
La Dama Galadriel no le contestó. Se dirigió a la pequeña cascada de agua y metiendo su pálida mano en el estaque, extrajo algo brillante. Se lo entregó a Merilnen, y ésta pudo observar que se trataba de una pequeña piedra azul, suave y pulida. Observó a su señora, inquisitivamente.
- Cogerás una de estas todos los años hasta que la viajera se anuncie. Cuando esto suceda, tendrás la facultad de ir adonde sea, como guía y maestra.
- ¿Guía de ella?- La figura en el espejo había estado disolviendose poco a poco y las estrellas volvían a la superficie del agua. La piedra azul brillaba de una manera peculiar.
- Sí.
- ¿Y qué haré con las piedras?
- Iluminar el camino, crearlo a sus pies y a los tuyos. Tú serás una Guardiana pronto, y conocerás el método que te estoy proponiendo. Serás sabia.
- ¿Y ella...?
- No la esperes, ella te encontrará porque ya te ha escogido...